lunes, 5 de octubre de 2009

Yin-Yang, parece chica esa definición...

Una culebra se muerde la cola

En el blanco hay un punto negro
En el negro hay un punto blanco

Alguien que siempre ha sido feliz, ¿cómo podría saber que lo está, si nunca ha estado triste?

Entonces, para que buscar la felicidad si esta forma parte de la vida al igual que la tristeza. Siempre habrá felicidad. Si conoces lo que significa la tristeza, entonces conoces la felicidad, todo porque has vivido las dos. Las dos cosas existen mutuamente, porque una existe, existe la otra.

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Dicen que el mundo no es blanco y negro, pero porqué demonios creen que solo existen los matices grises? Tenemos una enorme cantidad de colores, única manera de describir a las personas, siendo siempre combinación de varios de estos. ¿Por qué seremos tan ingenuos en pensar en la vida en un solo color y sus matices?

Y pasando las páginas de historias, novelas e historietas, se ve como una persona de un color logra una gran hazaña por lo que es, y uno lo cree real, porque está construido de forma de real, porque es posible. Tantos colores diferentes, y cada uno funciona muy bien. En su máxima expresión hace realidad un deseo, moviéndose por un camino entintado por el mismo color. Pero al ser nosotros imperfectos, con algo que ganamos, perdemos otro algo, tal vez no en la misma medida, pero sin duda al ser rojo, no se es azul.

Entonces, ¿cómo lograr ser lo mejor que se puede ser?. ¿Qué los excesos no son malos?
Estar en la mitad sería genial, tener al alcance cada color, y estar en balance con el ser. Pero si uno no camina, si no se sale del centro, ¿cómo podría llegar a alguna parte?. Sin lastimar, sin sentir, sin disfrutar, sin tomar un camino, sería una vida mediocre, lo contrario a ser lo mejor de lo que se puede ser. Por lo menos si uno realmente es malo, al menos que sea lo mejor en eso.

Qué hacer, qué hacer, me pregunto.

Sin embargo, pasamos por diversos colores a través de la vida. Por conocer el plateado, podemos diferenciarlo del morado y de la misma manera que del dorado... lo sabemos, porque lo hemos sido o lo hemos sentido. Ser cosas diferentes, ser neutro pero conocer los caminos que hay por delante y lo necesario para volverte de un color. No ser uno, experimentar todo, y no ser alguno, cuando se pueden ser todos, uno a la vez, para luego ser el necesario cuando sea necesario.

Es cierto, eso de ser blanco o negro ¿cómo podría ser?, si la vida no es de valores discretos. Vivimos en un mundo analógico ¿no?, parece que no hay nada absoluto, ni nada que pueda ser contado. Nos componemos de un número indescifrable de existencia, aún contando nuestros átomos, ganamos y perdemos de estos por el simple hecho de estar sentados, acostados o tocando el aire. Continuamente gastamos energía y convertimos materia en más energía, mientras transformamos más materia para seguir existiendo, un proceso inmutable a nuestros deseos, que nos vuelve un ser de infinitas posibilidades. Así como el número que nunca conoceremos, que nos dice que es lo que somos y cuánto somos de nosotros, y así... lo que podemos ser.

¿Será posible? Me pregunto.
Ser de todos colores, aunque sea uno a la vez.
Ser el negro, cambiar a verde, pensar azul, lastimar con gris, curar con durazno, cambiar a rojo y luego pensar en naranja.
Poder actuar con colores, poder mostrar mis mejores colores. Poder ser lo que mejor se puede ser.
Tal vez sea imposible, un humano común y corriente, cómo podría presumir tanto como para pensar que puede probar todos los infinitos colores?
Aún con poner atención a las infinitas personas, el corazón humano no fue diseñado para abrazar el infinito.

Ser lo mejor que se puede ser, al menos, no terminará con arrepentimiento.


Aún cuando buscar la felicidad parezca de repente tan poco razonable, cuando ocupa una parte tan pequeña de todo lo bueno que se puede sacar de todo...
¿Qué color, me permitiría no perder esos pensamientos que me llenan luego de que encuentro mis sentimientos y no me arrepiento?

Luego de encontrar tranquilidad, encuentro la manera de sentirme inquieto e inseguro... y ahora volveré a buscar la tranquilidad, para intentar cosas que me volverán otra vez inquieto e inseguro.

Una culebra se muerde la cola, pero no en el mismo lugar.

Del blanco en mi tranquilidad, el punto negro se expande; de la negrura de mis imaginaciones, un punto blanco empieza a ocupar su lugar.

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